domingo, 10 de febrero de 2013

La sonrisa perdida.


Como todos los Viernes en la mañana me desperté feliz por ser el último día de trabajo en la semana,  me estiré como un gato en mi cama y me levanté lleno de energía.  Tengo la costumbre de lavarme los dientes antes de tomar desayuno, y hoy no sería la excepción, es por eso que cantando caminé hacia el baño, me lavé mis dientes sin levantar la mirada en el espejo, me sequé con la toalla tapándome el rostro y con normalidad me la saqué de la cara, miré al espejo y ¡PUM! ¡Ya no tenía sonrisa! Trataba de mover mis labios, mis mejillas y mis muelas, pero nada me resultaba, hasta me puse unos palos de fósforos estirándome los labios para disimular una sonrisa y nada.
Me preguntaba; ¿Dónde dejé mi sonrisa? , yo siempre la usaba; cuando salía a caminar, cuando hablaba con la gente, cuando me duchaba y  cuando desayunaba. Yo sentía que la sonrisa estaba muy cómoda donde estaba y lógicamente era feliz.  Traté de recordar que había hecho el día anterior, quizás la había olvidado en el Supermercado cuando fui a comprar, en la Biblioteca cuando fui a leer o en la taza del café que me tomé.
Decidí  ir a todos los lugares; fui al Supermercado, pero como no sonreía no me ayudaron. Fui a la Biblioteca, pero hoy festejaban el día de los dientes y como no podía mostrarlos no pude entrar. Y por último fui al café, traté de hablar con el mesero que me atendió, pero me dijo que las tazas nunca vienen con sonrisa, más bien con descargas y conversaciones secretas.
 Me fui desilusionado  a mi hogar. Jamás me había sentido tan triste, yo quería ser feliz y no podía, yo era feliz y me robaron mi sonrisa.  Durante el camino me paró un niño víctima de sus harapos sucios y desgastados, sin embargo se veía contento
.
-         - ¡Hola!  ¿No te acuerdas de mí? – Me dijo con gran entusiasmo.
-          -Lo siento, ¿Quién eres tú?

Al  decir estas palabras el niño sonrió sin razón, y ahí estaba, mi sonrisa perdida. De pronto recordé lo que había pasado.  Durante el día de ayer cuando fui al Supermercado el niño con cara triste  me esperaba afuera de éste con la mano estirada, me causo lástima y le di un trozo de pan, luego seguí mi camino, al salir de la biblioteca estaba el mismo niño con la cara triste  con la mano estirada, y me dije “ Quizás quiere un poco de conocimiento” y le regalé un libro de “ Sabías que…”, luego seguí mi camino, al salir del café estaba el mismo niño con la cara triste con la mano estirada y le di el agua que me quedaba, luego seguí mi camino. Al caminar a mi hogar estaba el mismo niño con la cara triste sentado en la calle, le pregunté que le faltaba, si ya le había dado comida, conocimiento y agua. Él me miró con sus ojos de historia y me preguntó:
-         - ¿Cómo eres tan feliz?
-        -  Sólo tienes que sonreír- le dije mostrando  como se hacía.
-        -  Lo siento, es que ya no recuerdo como era esa sensación.
-         - No te preocupes, yo te regalaré mi sonrisa para que puedas recordar.
-          Gracias – me dijo alejándose con mi sonrisa en su mano. 

Al recordar, me di cuenta que regalar felicidad era lo que faltaba en este mundo, y no me importaba regalar mi sonrisa, solo quería ver a ese niño feliz. En ese momento una sensación de gratitud invadió mi rostro y sonreí.

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